viernes, 27 de enero de 2012

"THE ARTIST" (2012) de Michel Hazanavicius

Título original: The artist. País: Francia. Duración: 100 min. Género: Cine mudo. Fotografía: Guillaume Schiffman.
Interpretación: Jean Dujardin, Berenice Bejo, John Goodman y Penelope Ann Miller.

Los homenajes a géneros cinematográficos o la revisión de los mismos a veces pueden hacer caer en desgracia o simplemente no funcionar a aquellos aguérridos directores que quieren probar suerte. En plena época del cine en 3D, donde importa más la acción que no el guión y no es un pareado, este director francés, amante del cine mudo, ha utilizado 13 millones de dólares para hacer eso, un homenaje al cine de los años 20. Unos felices años donde la gran meca del cinematógrafo ya era Hollywood y en el que parece que Hazanavicius realice un filme recién sacado de la filmoteca en forma, concepto y argumento.
Basado en los melodramas típicos del período, "The artist" nos cuenta como George Valentin, un actor famosísimo del período mudo del cine, se niega a aceptar la llegada del sonoro, lo que le lleva al olvido. En esta bajada a los infiernos y antes de iniciar su orgullosa caída conoce a la pizpireta Peppy, de la cual se enamora e introduce en la industria cinematográfica, convirtiéndose con los años, en una estrella rutilante del sonoro.
Huelga decir que Jean Dujardin en su papel de galán a lo Douglas Fairbanks jr. está lleno de maestría, picardía y elegancia, evocando a aquellas formas sobreactuadas del primer cine y con una credibilidad del 100%. Lo mismo hay que decir de su "partenaire" Berenice Bejo que está en estado de gracia: sutil, simpática y arrolladora. Evidentemente y emulando a las grandes producciones hollywoodienses del mudo, no podía faltar una banda sonora de acompañamiento al uso de los cines de antaño, donde el piano prevalece por encima de cualquier instrumentación, con sentidos homenajes a canciones de principios de siglo como "Pennies in heaven" o el magnífico "charlestón" de la parte final de la película. Ludovic Bource, ayudado por el excepcional compositor y pianista catalán experto en musicales Albert Guinovart, crea esta banda sonora perfectamente ubicable en cada una de las escenas del filme. Destacar también la importancia de los silencios que el director, a conciencia, coloca a lo largo del metraje, en un sentido homenaje al mudo más crudo o cuando enfatiza con ciertos sonidos (etapa presonora donde los efectos sonoros también se utilizaban) que prefigura un final que no desvelaremos. Es curioso fijarse que en la evolución temporal de la película y de la trama, los años evolucionan llegando a la fatídica fecha de 1927 (momento de la consolidación del sonoro) y ahí es donde vemos un cambio de registro de actuación de los personajes principales. Aunque en la película no haya diálogos (a excepción de los insertos), cuando estamos en la época del sonoro, los actores no sobreactúan tanto porque en su fuero interno ya se están comunicando y lo hacen de manera sutil. La ambientación es exquisita (vestuario, dirección artística, etc.) y sobretodo los momentos tiernos y excepcionales de la mascota de Valentín, ese perrillo actor y valiente como pocos y baluarte importante en decenas de películas mudas donde los animales daban el contrapunto.
No hay que tener miedo a ver esta película. Quizás sirva para destapar la caja de Pandora, otro gran clásico del mudo, y de esta manera descubrir un mundo lleno de obras de arte como "El nacimiento de una nación", "Avaricia" o "El acorazado Potemkin", sobretodo para esas nuevas generaciones que solo quieren acción y violencia.

Puntuación: 9,8

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